Un lugar donde la juventud puede ir a vivir si quieren más independencia de sus mayores y desean empezar a vivir por su cuenta. No es un lugar aislado de la sociedad, es más bien un refugio. Nadie tiene la obligación de vivir ahí, y la residencia no está asociada a ninguna institución, como colegios o universidades. Las personas adultas pueden entrar y pasar el rato, pero se les pide respetar las normas de convivencia definidas por les residentes.
Un apartamento suele alojar al menos a dos personas, pero hay quienes prefieren tener su propio espacio personal. Cuando alguien siente que se ha saturado de su dormitorio, o si otras personas lo necesitan, se puede mudar - y limpia el lugar para les futures residentes. Las paredes de este lugar cuentan muchas historias, en cada graffiti y pintada absurda, cada desperfecto de las ollas en las cocinas, y las bromas internas transmitidas de una generación a otra.
El edificio de la residencia tiene una planta hexagonal, con un espacio abierto en el interior, para que la luz pueda entrar por el patio. Cuenta con cocinas comunitarias, un taller de artesanía y manualidades, un gimnasio, un comedor, una lavandería, un baño en el piso bajo (a parte de los baños de los apartamentos), ascensor y escaleras. Todo el lugar es accesible para personas en silla de ruedas, y cada habitación incluye las comodidades necesarias.
Antes de que una persona nueva entre a vivir en la residencia, la comunidad se asgura de que conoce las reglas básicas. Debería saber cocinar algunos platos diferentes, hacer la colada y lavar los platos, tener higiene personal, entender las prácticas sexuales seguras, saber limpiar lo que ensucie, primeros auxilios, y demás conocimientos. Por lo menos una vez al año, se organiza un simulacro de emergencia para asegurar que todes saben cómo actuar. El resto de normas de convivencia se decide entre la comunidad.
La ilustración se sitúa en la pequeña ciudad ficticia de Nueva Chispa.